NACIDO DE MUJER: LA EXPIACION Y LA ENCARNACION


Sábado 15 de noviembre LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Mateo 1:18-25; 3:13-17; 4:1-11; 9:25; Marcos 1:12, 13; Juan 1:1, 2, 14; Colosenses 2:9; Hebreos 1:3.

PARA MEMORIZAR: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él” (1 Juan 3:5).

PENSAMIENTO CLAVE: Mostrar que en la persona y la obra de Cristo Dios estaba trayendo a los seres humanos de nuevo a la armonía con él y con los demás.

LOS HOMBRES DE CIENCIA admiten que no importa cuánto están aprendiendo, el universo sigue estando lleno de misterio. La Biblia también está llena de misterio, el mayor de los cuales es la obra de Dios para nuestra salvación. Esta semana nos concentraremos en un tema central de esa obra: la encarnación del Hijo de Dios, posiblemente el mayor misterio de todo el cosmos. Que el Creador condescendiera a llegar a ser una criatura en un mundo de pecado y muerte abruma la mente. ¿Cómo ocurrió ese evento asombroso? ¡Solo la Deidad lo sabe! Sin embargo, sabemos una cosa: que sin la encarnación no habría perdón de los pecados y reconciliación con Dios. La encarnación del Hijo de Dios en carne humana fue un elemento indispensable en el plan de Dios para la salvación de la raza.

Domingo 16 de noviembre: EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN
Cuando se le dijo a María que tendría un hijo especial, ella respondió asombrada: “Cómo podrá suceder esto [...] puesto que soy virgen?” El ángel le dijo, entonces: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Luc. 1:34, 35, NVI). Este Niño entró en nuestra historia gracias al poder creador del Espíritu en el vientre de María (Mat. 1:18). El verbo cubrirá nos recuerda Éxodo 40:35, donde encontramos una descripción de la gloria de Dios en la nube que descendió para habitar entre los hombres en el Tabernáculo. Dios estaba descendiendo en una forma misteriosa a fin de producir la concepción en el vientre de esta mujer.

La venida de Jesús a la humanidad es precisamente acerca de la unión de lo divino con lo humano. Aunque las dos naturalezas permanecieron distintas, lo que ocurrió no era sencillamente la morada de lo divino en lo humano, sino una verdadera encarnación. Es decir, Cristo es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. La Biblia no nos dice lo que sucedió en el momento en que las dos naturalezas se unieron en el vientre de María. En la Encarnación, Dios llegó a ser hombre, y la plenitud de Dios debió haber morado en la humanidad. Esto es precisamente lo que dice Pablo.

Lee Colosenses 2:9. ¿Qué nos indica acerca de quién era Jesús? ______________________________________________________________
¡La verdad es que Jesús era plenamente Dios! Si uno o varios de los atributos divinos se hubiese perdido durante la encarnación, habríamos tenido menos que la encarnación de Dios. Pablo afirma que Cristo, antes de la encarnación, era “por naturaleza Dios” (Fil. 2:6, NVI), igual a Dios, pero en la encarnación tomó la “naturaleza de siervo, y haciéndose semejante a los seres humanos” (vers. 7, NVI).

Aunque plenamente Dios, Jesús puso todo lo que tenía bajo la autoridad del Padre; pero, al hacer eso, él no se despojó de ninguno de sus atributos divinos. Durante la Encarnación, hubo un ocultamiento de lo divino en Jesús; no obstante, la divinidad siempre estuvo plenamente presente. Para el propósito de la expiación, era indispensable tener a Dios en carne humana, porque solamente Dios podía salvarnos.

Lee Mateo 1:18 al 25. ¿Cuántas cosas milagrosas sucedieron allí, cosas que no pueden ser explicadas de otro modo que por la intervención sobrenatural de Dios? ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán limitados somos, en nosotros y por nosotros mismos, para comprender la verdad más importante? ¿Por qué, debido a que no podemos comprender algo, no debemos abandonar la idea automáticamente como si eso fuera falso?

Lunes 17 de noviembre: DIOS Y LA HUMANIDAD SE REÚNEN ¿Qué evidencia tenemos de que Cristo no solo era divino sino también humano? Mat. 26:38; Luc. 2:40; Gál. 4:4. ______________________________________________________________
La antigua filosofía griega consideraba la carne humana como intrínsecamente mala, una prisión para el alma. Aceptando este concepto, algunos cristianos primitivos llegaron a la conclusión de que el Hijo de Dios no podría haber venido en un cuerpo material, sino que solo pareció hacerlo. El Nuevo Testamento, sin embargo, aclara en forma indiscutible que Jesús fue un ser humano real. Nació de una mujer, creció y se desarrolló como un niño, aprendió obediencia (Heb. 5:8), y sufrió y murió (Mat. 26:38; Luc. 23:46). La Biblia también es clara al decir que Jesús fue divino, Dios en carne humana (Juan 1:1, 2, 14; Heb. 1:3). La realidad de la unión de lo humano con lo divino en Cristo es indispensable para nuestra expiación.

¿Por qué? Porque después de la Caída, Adán y Eva, y todos sus descendientes, estuvieron separados de Dios, una separación que amenazaba su existencia. Puesto que era imposible para los seres humanos reunirse por sí mismos con Dios, el Señor tomó la iniciativa y se reunió con los seres humanos, y lo hizo por medio de la Encarnación, cuando Dios se hizo hombre. Cristo llegó a ser el “lugar” donde lo divino se encuentra en la intersección con lo humano en una reunificación permanente. En la Encarnación, “la divinidad y la humanidad se combinaron misteriosamente, y el hombre y Dios llegaron a ser uno”.–Elena G. de White, ST, 30 de julio de 1896. Esta unidad fue más profunda que la unidad que existió originalmente entre Dios y los seres humanos.

¿De qué modo se refiere Pablo a Jesús (1 Cor. 15:45), y qué significa esto? ______________________________________________________________
En Jesús hubo un nuevo comienzo para la raza humana, una “nueva” humanidad que estuvo unida con Dios. Él era el Creador y la cabeza de esa nueva humanidad; él era el nuevo Adán, de quien una nueva raza humana estaba llegando a existir. Fuera de él había, y sigue habiendo, la vieja humanidad, la que procede del Adán caído, la que está separada de Dios y en camino de la extinción (1 Cor. 15:22). La única esperanza para esa humanidad era el Dios encarnado.

Mira de noche las estrellas. ¿Por qué la verdad increíble de que el poder que creó todas esas estrellas (y tantas otras cosas) tomara sobre sí mismo la humanidad (¡y que en esa humanidad muriera por nuestros pecados!) debería cambiar tu vida?

Martes 18 de noviembre: EL BAUTISMO DE JESÚS Lee Mateo 3:13 al 17. ¿Qué verdades importantes podemos aprender de la historia del bautismo de Jesús hecho por Juan? ______________________________________________________________ ______________________________________________________________ La importancia del bautismo de Jesús no puede ser destacada demasiado. Primero, al solicitar el bautismo, Jesús se estaba identificando con los pecadores. Aquel que no tenía necesidad del bautismo lo solicitó, no para sí mismo sino para nosotros, para nuestro beneficio; y, al hacerlo, nos dejó un ejemplo para aquellos que quisieran seguirlo. Pero su bautismo era más que un ejemplo; hizo posible que nosotros nos uniéramos a él mediante nuestro bautismo y recibiéramos los beneficios del suyo por mano de Juan.

Segundo, al salir Jesús del agua, se arrodilló y oró al Padre (Luc. 3:21, 22). La Biblia no registra el contenido de esa oración, pero la respuesta dada por el Padre nos da una idea de su contenido. Al declarar: “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo” (vers. 22, NVI), Dios le estaba diciendo que su oración había sido escuchada. Más aún, “para todos nosotros son palabras de esperanza y misericordia. Por medio de la fe en la provisión que Dios hizo en favor de los hombres, tú eres acepto en el Amado: aceptado mediante los méritos de Jesús”.–E. G. de White, BE & ST, 12 de noviembre de 1894.

¿Qué gran esperanza puedes encontrar para ti en esas palabras de Elena de White? ______________________________________________________________ ______________________________________________________________
Tercero, la Deidad estaba involucrada y presente en el bautismo de Jesús. La voz del Padre se oyó desde el cielo, y la presencia del Espíritu Santo se hizo visible mediante el símbolo de una paloma. El amor de Dios estaba fluyendo hacia su Hijo como miembro de la raza humana, aceptándolo como su representante. Los seres humanos ya no estaban más separados del amor de Dios, porque en Cristo se encontró un canal mediante el cual el amor divino podía alcanzarlos.

¿Cuál es el mensaje esencial para nosotros, en la sección de hoy, acerca de cómo nosotros, aunque caídos, podemos ser aceptados por Dios? ¿Se encuentra esa aceptación en nosotros mismos, en la manera en que nos comportamos o guardamos los Mandamientos, o en Jesús? ¿Por qué debemos siempre mantener esa respuesta delante de nosotros, especialmente en los “días malos”?
Miércoles 19 de noviembre: LAS TENTACIONES DE JESÚS
Resume las tres tentaciones que Jesús afrontó en el desierto después de su bautismo. Mat. 4:1-11; Mar. 1:12, 13. ______________________________________________________________

Las tentaciones de Jesús revelan algunos contrastes paralelos con las de Adán y Eva. Primero, el hecho de que Adán fue tentado mientras estaba en el Jardín del Edén, en un ambiente libre de la realidad corruptora del pecado; Jesús fue tentado en el desierto, en un ambiente bajo la influencia de poderes malvados. Segundo, Adán tenía abundancia de alimentos, mientras que Jesús fue privado de comida. Tercero, Adán no estaba ayunando; pero Jesús sí, ayunó. Cuarto, tanto Adán como Jesús fueron tentados a satisfacer sus deseos de alimentos aparte de la voluntad de Dios; Adán cedió, Jesús no lo hizo. Quinto, Adán fue tentado a cuestionar lo que Dios había dicho y a mostrar una falta de confianza en la palabra de Dios. Jesús también fue tentado a cuestionar la confiabilidad de la palabra de Dios, pero él rechazó la tentación. Sexto, Adán se separó abiertamente de Dios, y se unió a Satanás en su rebelión contra Dios y su gobierno. A Jesús, Satanás le ofreció los reinos de este mundo si tan solo lo adoraba y se unía con él en su lucha contra el Reino de Dios. Sin embargo, Jesús permaneció leal al Padre.

Al vencer a Satanás en los puntos fundamentales en los que Adán habría fracasado, Jesús estaba deshaciendo el fracaso de Adán y haciendo que su victoria (la de Cristo) estuviera disponible para todos los que pusieran su fe en él. La nueva humanidad no recibirá de la cabeza de la raza un espíritu de desobediencia y de rebelión, como le ocurrió a la vieja humanidad desde Adán, sino un espíritu de humilde sumisión a la voluntad de Dios.

Lee 2 Corintios 5:21. ¿Qué significa para nosotros y para el proceso de la expiación la victoria de Jesús sobre todo pecado? ______________________________________________________________

Ese profundo lazo de unidad entre el Padre y el Hijo no fue quebrado por las tentaciones y los ataques que Satanás lanzó contra el Hijo de Dios. Él venció cada uno, y permaneció totalmente dependiente del Padre. Ningún otro ser humano ha sido, es o será exactamente igual a Jesús. Por naturaleza y por elección personal, no hizo pecado. Es allí donde encontramos la misma base de su capacidad para salvarnos. El que fue sin pecado llegó a ser pecado por nosotros a fin de que nosotros recibiéramos, por fe, la justicia que no era nuestra, sino de él. El perfecto Cordero del sacrificio tomó sobre sí nuestro pecado a fin de restaurarnos a la unidad y la armonía con el Creador.
Jueves 20 de noviembre: EL MINISTERIO DE CURACIÓN

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 9:35).

Por medio de su ministerio de curación, Jesús estaba venciendo la incursión de la muerte en la tela de la humanidad sufriente. Su victoria futura sobre el propio reino de la muerte se anticipó en sus obras diarias de curación. El poder de la muerte, que vino al mundo por el pecado, estaba siendo derrotado. Esto fue ilustrado específicamente en casos de diversas resurrecciones, incluyendo la resurrección de uno que había estado muerto cuatro días (Mar. 5:35-43; Luc. 7:11-17; Juan 11:38-44).

Sus milagros también sirvieron para quebrantar barreras sociales. El leproso se sintió aceptado por Jesús (Mar. 1:41), el samaritano volvió para agradecer (Luc. 17:11-17), y también se extendió a la mujer sirofenicia y sanó a su hija (Mar. 7:29, 30). La alienación de los seres humanos entre sí, creada por el pecado, se estaba destruyendo mediante el ministerio reconciliador de Jesús. Él estaba creando una nueva humanidad, en paz los unos con los otros.

Pero sus milagros también servían para restaurar a la gente a la armonía y la comunión con el Padre. Muy a menudo, su victoria sobre los poderes de la muerte condujo a las personas a creer en él (Juan 4:53; 20:30, 31).

¿Qué otros métodos usó Jesús, en su ministerio, para restaurar la armonía en la sociedad y con Dios? Mar. 2:15-17; Juan 4:39-42. ______________________________________________________________

El golfo de separación entre Dios y los seres humanos fue cruzado no solo en su propia persona –el Salvador humano y divino– sino también mediante el poder de las palabras de salvación de Cristo. A los que lo recibieron “les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12, NVI). Estas personas nacieron no por la voluntad de la carne sino por la de Dios (vers. 13). Jesús mismo estaba reuniendo una nueva humanidad reconciliada con Dios, por medio de él. Él procuró reconciliar a los seres humanos no solo con Dios sino también los unos con los otros, y lo hizo comiendo con ellos en abierto compañerismo. Mediante estos encuentros, Jesús estaba proclamando que Dios acepta a cualquier persona que viene a él y que sus seguidores deben hacer lo mismo.

Considera tus relaciones, y pregúntate: ¿En qué forma práctica, diaria, se refleja mi reconciliación con Dios en la forma en que trato y acepto a otros?
Viernes 21 de noviembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
El propósito de la encarnación: “Cristo, en consejo con el Padre preparó el plan para su vida sobre la tierra [...]. Revistió su divinidad con humanidad, para que pudiera estar a la cabeza de la familia humana; su humanidad se mezclaba con la humanidad de la raza caída por causa de la desobediencia de Adán”.–Elena G. de White, The Southern Work, p. 85.

“La obra de Cristo fue la de reconciliar al hombre con Dios mediante su naturaleza humana, y a Dios con el hombre mediante su naturaleza divina”.–Elena G. de White, Confrontation, p. 38.

Oró después de su bautismo. “Él recibió el bautismo de mano de Juan, y al salir del agua se inclinó sobre la orilla del Jordán, y ofreció una oración al Cielo. [...] Jesús fue aceptado por el Cielo como representante de la raza humana. Con todos nuestros pecados y debilidades, no somos arrojados a un lado como sin valor; somos aceptados en el Amado; porque el cielo ha sido abierto a nuestras peticiones por medio del Hijo de Dios. Las puertas están abiertas de par en par, y la luz del cielo brillará sobre aquellos a quienes Jesús vino a salvar, si tan solo se acercan al círculo de los rayos del Sol de Justicia; pues se ha hecho amplia provisión para la salvación de cada alma” (ST, 28 de julio de 1890).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Presenta todas las repuestas posibles que encuentres a la siguiente pregunta: ¿Por qué la Encarnación era indispensable en la obra de expiación de Cristo?

2. ¿Por qué la humanidad de Cristo es tan importante para nosotros? ¿Por qué la divinidad de Cristo también es muy importante para nosotros?

3. Como vimos en la sección del domingo, hay muchos misterios en relación con la encarnación de Jesús. ¿Qué otros misterios hay, como los de su naturaleza, y por qué estos otros misterios nos ayudan a comprender lo que significa vivir por fe?

4. ¿Cuáles son algunas maneras en que, como iglesia, como el cuerpo de Cristo, podemos seguir el ministerio sanador y reconciliador de Cristo? ¿Qué está haciendo tu iglesia local? ¿Qué más podría y debería hacer? Pero, más importante todavía, ¿de qué modo puedes participar más en esto?
RESUMEN:
En la encarnación de Jesús, vemos al único ser humano que nació en este planeta en completa y perfecta unión con Dios. Aunque fue tentado por el enemigo de modos en que ningún otro ser humano ha sido o será tentado, Jesús permaneció leal al Padre y venció donde Adán falló, pavimentando el camino para traer la salvación a todos los que se rinden a él con fe y obediencia.