LA EXPIACION Y LA INICIATIVA DIVINA


La expiación y la iniciativa divina


Sábado 18 de octubre


LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Romanos 3:19-22; 5:6-8; 5:20, 21; Efesios 1:4; Colosenses 1:26, 27; 2 Timoteo 1:8, 9; Tito 1:2.

PARA MEMORIZAR:
“Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efe. 1:9, 10).

PENSAMIENTO CLAVE:
Mostrar que la Deidad previó la Caída, y que preparó un plan para resolver el problema del pecado mucho antes de que este surgiera.

LOS SERES HUMANOS RECIBIERON LIBERTAD MORAL, algo que no se encuentra en ninguna otra criatura que Dios creó aquí en la tierra. Una vez que Dios los dotó con esta libertad, era de ellos, y él no podía quitársela sin alterar radicalmente su misma naturaleza y ser. Ellos podían usar esta libertad ya sea para responder positivamente, al rendirle una obediencia fiel con amor y gratitud, o podían usar esa libertad para rechazar el don de la vida y desobedecer a Dios. (Después de todo, si los seres humanos no hubiesen tenido la opción de desobedecer, realmente no habrían sido libres.)

Dios –previendo esa horrible posibilidad de la desobediencia– actuó como correspondía. De este modo, la mente divina concibió el plan de salvación mucho antes de que los seres humanos fueran creados y antes de que el mal y el pecado realmente aparecieran. Era un plan que se centraba en la persona y la obra de Jesucristo.

Domingo 19 de octubre: EL MISTERIO DEL AMOR DE DIOS

Lee Romanos 5:6 al 8. De acuerdo con estos textos, ¿qué impulsó a Dios a traernos la salvación por medio de Jesús?
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Dios no estaba obligado a salvar a la raza humana. No era algo que estaba forzado a hacer. Es difícil de imaginar que la Deidad dijera: “Si hubiéramos hecho esto o aquello, Adán y Eva no habrían caído en el pecado. Por lo tanto, ahora deberíamos hacer algo para salvarlos de su situación difícil”. En cambio, fueron los seres humanos los que acarrearon la condición en la que se encuentran después de la Caída: “Dios hizo perfecto al género humano, pero éste se ha buscado demasiadas complicaciones” (Ecl. 7:29, NVI).

Si Dios se hubiese sentido obligado a salvarnos, la salvación sería algo que merecemos. Pero, lo contrario es cierto; es algo que no merecemos y, no obstante, Dios estuvo dispuesto a dárnosla de todos modos. Esto hace que su obra de salvación en nuestro favor sea aún más notable, porque él hizo por nosotros no lo que estaba obligado a hacer, sino lo que por amor escogió hacer. Él, el Creador, no tenía ninguna obligación de hacer algo por nosotros, las criaturas.

Lee Romanos 3:19 al 22. ¿Qué nos está enseñando Pablo aquí acerca de cómo somos salvados? ¿Qué lugar ocupa la Ley en la solución del problema causado por el pecado?
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Por causa del pecado, es imposible para los seres humanos, mediante la obediencia a la Ley, reconstruir su relación original con Dios (ver Rom. 8:3; Gál. 3:21). La Ley no podía salvarnos, como el alimentar a un cadáver no podría volverlo a la vida. Si algo debía suceder, Dios mismo tendría que tomar la iniciativa. Y él lo hizo, mediante la revelación de su justicia, manifestada por medio de Jesús en la cruz. Esta justicia alcanza al creyente por fe y no por obras de la ley. Si la salvación fuera algo que pudiésemos ganar por la obediencia, Dios tendría la obligación de salvarnos.

En cambio, Dios decidió que los seres humanos sean perdonados y restaurados a un compañerismo permanente y eterno con él solamente por medio de la obra y la persona de su Hijo, Jesucristo.

¿Qué significa más para ti (y por qué): el que alguien te haga algo agradable porque estaba obligado a hacerlo o que sea puramente por amor?

Lunes 20 de octubre: EL MISTERIO DE LA GRACIA DE DIOS

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efe. 1:7).

No sería difícil imaginar, que con la entrada del pecado en el mundo, las criaturas inteligentes del universo se estuvieran preguntando de qué modo se relacionaría Dios con esta raza rebelde. Habían de ser sorprendidos. Habían de presenciar algo que probablemente nunca habían visto antes, un aspecto del amor y del poder de Dios que ahora se expresaría en el contexto de la caída de la humanidad. Dios derrotaría el pecado en este planeta mediante el poder de la gracia. Dentro de ese contexto, Dios mostró que era, por naturaleza, bondadoso y misericordioso hacia estas criaturas pecaminosas y rebeldes. Jesús testificó, con respecto al Padre: “Él es benigno para con los ingratos y malos” (Luc. 6:35).

¿Cuál es la importancia del contraste que hace Pablo entre el fenómeno del pecado y la revelación de la gracia de Dios? Rom. 5:20, 21.
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En la Biblia, la gracia es un aspecto del amor de Dios, y se extiende de un modo especial hacia los pecadores. Parece designar un aspecto dinámico, consistente y permanente de la naturaleza de Dios, que constantemente procura restaurar a las criaturas pecaminosas a la armonía con él. El concepto bíblico de la gracia reafirma el hecho de que la obra expiatoria de Cristo nos alcanza como un don, una obra de salvación que no merecíamos. La gracia de Dios implica que nuestro pecado es inexcusable, injustificable y que merece la muerte eterna; no obstante, en lugar de la muerte se nos da la esperanza y la promesa de la vida, aun la vida eterna. Finalmente, este maravilloso aspecto de la naturaleza de Dios fue revelado al universo, en una forma sin paralelo, en la persona y la obra de Cristo. Solo y exclusivamente en él, encontramos y gozamos los beneficios de “las riquezas de su gracia” (Efe. 1:7).

Lee 2 Corintios 8:9. ¿De qué está hablando Pablo aquí? Pero aun más importante, ¿cómo has experimentado, por ti mismo, la clase de gracia revelada en este texto? ¿Cómo cambió tu vida como resultado de lo que Cristo hizo por ti?

Martes 21 de octubre: UN PLAN ETERNO


Después de la Caída, Dios no estaba obligado a salvarnos. Pero lo hizo, de todos modos. Además, esta decisión –que le resultaba sumamente costosa– no fue un pensamiento tardío.

Lee Efesios 1:4; Colosenses 1:26, 27; 2 Timoteo 1:8, 9; Tito 1:2. ¿Qué nos enseñan estos textos acerca de cuándo fue establecido este plan para salvarnos?
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El Nuevo Testamento revela varias cosas acerca del misterio de Dios.

Primero, fue formulado antes de la “fundación del mundo” (Efe. 1:4). Esto implica que, mucho antes de que los seres humanos cayeran en el pecado, la Deidad había creado un plan para tratar con esa calamidad.

Segundo, este misterio divino fue mantenido “oculto por siglos y generaciones” (Col. 1:26, NVI). El plan no solo fue concebido por adelantado, sino también fue decidido que se pondría en práctica en un momento determinado. Por lo tanto, permaneció oculto dentro de la Deidad durante mucho tiempo.

Tercero, el misterio se identifica específicamente con Cristo (Col. 1:27). Esto se refiere al misterio de la persona de Cristo, su ministerio, muerte, resurrección y mediación en favor de la raza humana pecadora. Fundamentalmente, las buenas nuevas de la salvación por medio de Cristo son el evangelio cristiano (Efe. 6:19).

Cuarto, este misterio es definido más exactamente como el propósito de Dios, en Cristo, “de reunir todas las cosas en Cristo [...] así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efe. 1:10). El plan era el de restaurar, en la persona de Cristo y por medio de él, la armonía cósmica que fue arruinada por el pecado. La efectividad de este proceso ya es visible en la unidad de los gentiles y los judíos en la iglesia (Efe. 3:6).

Quinto, el misterio secretamente formulado dentro de la Deidad antes de la creación del mundo ha sido ahora conocido por medio de la venida de Cristo a la historia humana.

Aun antes de la fundación del mundo, el plan de Dios fue salvar al mundo, incluyendo a cada uno de nosotros. ¿Qué esperanza puedes obtener, para ti mismo, de esta verdad sorprendente de que el plan de Dios era salvarte aun antes de que existieras?

Miércoles 22 de octubre EL CAMINO DE LA CRUZ

Dios podría haber tratado la rebelión humana de varias maneras diferentes. Él podría haber destruido inmediatamente a Adán y a Eva, y aun a todo el planeta. O también podría haber decidido abandonarlos a su suerte; es decir, él podría haberlos dejado que afrontaran los inevitables resultados del pecado, que sería la ruina eterna.

Pero, había una cosa que no podría haber hecho, y era que no podría haber ignorado su rebelión, como si no hubiera pasado nada, y permitir que su relación continuara como antes.

Al final, ¿qué hizo Dios? No los destruyó, no los abandonó y no los ignoró. En cambio, puso en marcha su propósito eterno de salvación por medio de Cristo.

Lee Marcos 10:45; Gálatas 1:4; 2:20; Efesios 5:2; Tito 2:14. ¿Qué tema clave se repite en estos textos? ¿Qué nos enseñan acerca del plan de salvación?
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Una vez que Dios se había comprometido a salvarnos, él no tenía varias opciones acerca de cómo lograrlo. De hecho, había solo una. El pecado podría resolverse solamente mediante la encarnación, el ministerio, la muerte, la resurrección y la mediación de Cristo. Si había de salvarnos de la ruina eterna, Jesús tenía que “darse” a sí mismo por nosotros. La encarnación y la muerte de Cristo eran inevitables si habíamos de ser salvados. En otras palabras, hay un solo camino al cielo, y pasa a través del corazón de Cristo en la cruz.

Cuando Jesús estuvo en Getsemaní, experimentando la angustia de la muerte (Mat. 26:36-46) y cargando sobre sí los pecados del mundo, se acercó al Padre, pidiéndole, en esencia, si había otra opción disponible para lograr la salvación de la humanidad. La respuesta vino envuelta en el silencio divino. No había otra salida para el problema humano excepto el sacrificio de Cristo. En el misterio del concilio divino, antes de la creación del mundo, el Hijo de Dios se ofreció a morir como nuestro sustituto y garantía. Él, como vimos en los versículos citados antes, “se dio” a sí mismo por nosotros. No había otro camino.

Otra vez, él no estaba bajo la obligación de salvarnos; lo hizo voluntariamente, por amor. Pero, una vez que decidió realizar esa salvación, su muerte era inevitable, aun cuando era un acto voluntario. “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo” (Juan 10:17, 18).

Jueves 23 de octubre: EL PLAN DE DIOS REVELADO EN JESÚS

De acuerdo con los siguientes textos, ¿qué “necesitaba” hacer Jesús para realizar su misión de salvación? Luc. 4:43; 9:22; 17:25; 19:5; 22:37; 24:7; 24:26; 24:44.
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En la mayoría de estos pasajes, encontramos un verbo que se traduce como “es necesario” (en griego, dei). El verbo expresa un aspecto muy importante en la vida de Jesús. Toda la vida de Jesús estaba orientada por lo que necesitaba hacer para cumplir su misión: “Me es necesario hacer las obras del que me envió” (Juan 9:4). Al comienzo de su ministerio público les dijo a los discípulos: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Luc. 4:43). El ministerio de Jesús claramente estaba determinado por una disposición a realizar el plan de Dios para la salvación de la raza humana. Cada aspecto de su vida era parte de este plan. Por ejemplo, vio a Zaqueo y le dijo: “Hoy es necesario que pose yo en tu casa” (Luc. 19:5).

Pero, la verdadera meta del ministerio de Jesús alcanzaba más allá del apremio de predicar las buenas noticias del Reino de Dios. Había un sendero oscuro que él “necesitaba” transitar. Tenía que ir a Jerusalén. Podría haber elegido no ir, pero él sabía que esto era indispensable para el plan divino. Así que, les dijo a sus discípulos que “le era necesario ir a Jerusalén, y padecer mucho [...] y ser muerto” (Mat. 16:21). Él iba hacia allá porque era necesario que fuera rechazado por la generación mala (Luc. 17:25), para ser contado con los transgresores (Luc. 22:37) y porque debía ser levantado sobre la cruz (Juan 3:14; 12:34). Pero, morir no era suficiente para cumplir su misión. Era necesario que él resucitara (Hech. 17:3), que fuera recibido en gloria y que permaneciera allí hasta que todas las profecías se cumplieran (Hech. 3:21). Estaba siguiendo el plan eterno preparado por la Trinidad.

¿Cuáles son las cosas en tu vida que tienes que hacer, que son necesarias, y qué cosas no lo son? ¿Cómo haces la distinción entre ellas, y por qué es tan importante poder hacerla?

Viernes 24 de octubre


PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Definición de gracia: “Nunca habríamos aprendido el significado de la palabra ‘gracia’ si no hubiéramos caído.

Dios ama a los ángeles sin pecado que le sirven y obedecen todas sus órdenes; pero no les concede gracia. Esos seres celestiales no conocen la gracia; nunca la necesitaron porque no pecaron. La gracia es un atributo que Dios destina a los indignos seres humanos. No la buscamos sino que fue enviada en nuestra búsqueda. Dios se deleita en conceder su gracia a cualquiera que la anhela, no porque seamos dignos, sino precisamente porque somos tan absolutamente indignos” (MeM 103).

La redención no fue una improvisación ulterior: “El propósito y el plan de la gracia existieron desde toda la eternidad. De acuerdo con el determinado consejo de Dios, el hombre debía ser creado, dotado con la facultad de cumplir la voluntad divina. Pero el extravío del hombre, con todas sus consecuencias, no estuvo oculto de la vista del Omnipotente, no obstante lo cual tal circunstancia no lo detuvo en la realización de su propósito eterno; porque el Señor quería fundar su trono en justicia. Dios conoce el fin desde el principio... Por lo tanto, la redención no fue una improvisación ulterior” (MGD 129).

“No solo había de morir, pero él sabía precisamente la vergüenza, la humillación que él tendría que sufrir, el cruel trato que recibiría. No había coacción en llevarlo a la muerte ignominiosa en la cruz; no obstante, él hizo de su alma una ofrenda por el pecado. La decisión de Dios de salvar al mundo fue la decisión de Cristo. Su propio amor era uno con el del Padre, y ese amor lo constreñía” (E. G. de White, The Bible Echo, 25 de noviembre de 1895).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En la segunda cita de Elena de White, ella pone bien en claro que Dios sabía de antemano de nuestra caída y, por lo tanto, todo nuestro dolor y nuestro sufrimiento que vendrían con ella. Y, no obstante, ¿nos creó de todos modos? ¿Por qué hizo eso, sabiendo lo que sucedería? En el siguiente párrafo, ¿de qué modo se responde a esa pregunta? ¿De qué manera el sufrimiento de Jesús nos ayuda a comprender mejor por qué Dios permite nuestro propio sufrimiento?

2. Escribe un párrafo resumiendo el aspecto de la lección de esta semana que más te impresionó. Llévalo a la clase, y compártelo con los demás.

RESUMEN:
Dios no solo tomó la iniciativa de salvarnos, sino también lo hizo voluntariamente por su naturaleza amante. Esa decisión, que reveló la naturaleza de su carácter lleno de gracia, fue hecha en la eternidad, antes de que fuéramos creados, y requirió la muerte sacrificial del Hijo de Dios. El plan fue plenamente revelado y puesto en práctica en la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús.

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